Rejuvenecimiento Facial

Entender el envejecimiento es necesario para cualquier técnica de rejuvenecimiento facial, médico o quirúrgico. La alteración de la piel y los tejidos faciales subcutáneos forman el estigma más visible de la vejez, pero no es todo lo que hay que conocer.

La evolución de las técnicas de rejuvenecimiento facial ha mejorado en los últimos años gracias al progreso realizado en la comprensión del proceso de envejecimiento. Estas técnicas no solo se enfocan en la corrección del estado actual, sino también al efecto del paso del tiempo en la persona tratada y los efectos que este tendrá en dicha persona. Es decir que no solo buscan la corrección momentánea, sino también el retardo del proceso de envejecimiento.  El estudio de los tejidos, su movilidad, su estructura ha permitido adaptar los productos usados en rejuvenecimiento facial para obtener resultados cada vez más naturales. Estos productos son toxina botulínica, productos de relleno como el ácido hialurónico y los inductores celulares o bioestimulantes como el ácido poliláctico.

Durante una disección quirúrgica, se observan seis capas diferentes, desde la superficie hasta la profundidad:

  • La piel;
  • Tejido graso subcutáneo;
  • El plano muscular superficial;
  • El tejido graso profundo;
  • Los músculos profundos;
  • El hueso y el subperióstico.

Estas capas están ubicadas en diferentes planos según el área de estudio.

La apariencia juvenil del rostro de las personas se obtiene gracias a una relativa movilidad entre estos planos y mantenimiento de dichas estructuras sobre el tejido más profundo (hueso).

Cuando hablamos de rejuvenecimiento facial debemos tratar todos y cada uno de estos planos afectados por el paso del tiempo a fin de obtener resultados naturales y satisfactorios.

Basados en esta explicación debemos entender que para obtener resultados adecuados de rejuvenecimiento es necesaria la combinación de diferentes terapias, las cuales se deberán adecuar a las necesidades individuales de cada persona.

Con el paso del tiempo dichas estructuras van sufriendo cambios en su composición, de tal manera que la piel que es la estructura más superficial va perdiendo fibras de colágeno y con ello soporte generando apariencia de flacidez, además se pierde ácido hialurónico con lo cual hay perdida de hidratación cutánea y obtenemos un aspecto de piel “marchita”. A esto es necesario agregar el proceso oxidativo que el sol va generando en la superficie con aparición de manchas cafés y blancas, así como venitas dilatadas y manchas rojas. El tejido graso superficial sufre también pérdida de volumen haciendo que la cara pierda su armonía y redondeado natural. Los músculos superficiales por otro lado son los que dan la movilidad asociada con las líneas de expresión, sin embargo, el apoyo de los planos más superficiales está asegurado por un sistema fibroso transversal y la elasticidad de cada plano. Este apoyo se ve alterado por el tiempo y la repetición de los movimientos, generando que la piel que queda arriba de dichas áreas de movimiento se fracture generando la aparición de arrugas. También existe un envejecimiento óseo de la cara, al ser el hueso el que da soporte y perderse parte de su densidad, se pierde el soporte de todas las estructuras que se encuentran por encima de él, generando una apariencia de mayor relajación y caída de los tejidos, de tal manera que encontramos inversión de los puntos de proyección facial.